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Un matrimonio al uso por Armando Rodera Blasco

Escuché los gritos de mi esposa desde la calle. Subí corriendo las escaleras y me encontré en el rellano con Ignacio, nuestro vecino, que era policía retirado. Me tranquilizó diciendo:

 

-          No ocurre nada, Antonio. Un caco que se ha querido colar por el patio, pero se ha asustado al oír los gritos de Sonia.

 

Entré en mi domicilio y acompañé a mi mujer hasta la habitación, ya que la veía visiblemente nerviosa. Al llegar me fijé en un detalle que no me gustó. Entré en el baño del dormitorio, acrecentándose mis dudas.

 

-          ¿Dónde está? – pregunté contrariado.

-          ¿El ladrón? – contestó confundida – Ya se ha ido, cariño.

-          No te hagas la inocente, Sonia. Me refiero a tu amante. – le contesté airado mientras me miraba perpleja, con rostro culpable.

 

Le señalé la mesilla, con rastros húmedos recientes, cuando yo siempre ponía posavasos. Le recordé que yo siempre usaba ese baño por la bañera y que ella utilizaba la ducha del aseo. El ambiente estaba cargado y el vaho presente en el espejo. No lo negó y agachó la cabeza.

 

-          Ni siquiera ha bajado la tapa del inodoro... – Salí de allí dando un portazo, dejándola sumida en sus pensamientos.

 

2 comentarios

Martikka -

Relato con sorpresa. El portazo del final es una gran resolución.
Felicidades, Armando!

arwen anne -

me ha encantado. Sabía que escribía Armando bien, pero...de esta manera...con tan poquitas palabras todo lo que ha reflejado, expresado y dejado en el aire...excelente. Mi aplauso más sincero para él.