Lo supe en cuanto la vi de Jesús Fornis Vaquero
En cuanto la vi, lo supe. Los restos de pólvora en su chaqueta, el carmín en el cigarrillo, la expresión de su rostro.
Fue ella misma la que nos avisó. Había regresado de un paseo en coche cuando encontró el cuerpo de su marido tendido en la alfombra sobre un charco de sangre. Al hombre le extrajimos una del 38 de la azotea. No había nadie que pudiese corroborar su coartada, y ella tampoco se molestó en buscarlo. El asunto tenía muy mala pinta.
La interrogamos durante horas, pero no conseguimos sacarle nada. Con voz pausada y rostro sereno repetía una vez tras otra su versión. Ni una lágrima, ni un suspiro. Ella había asesinado a su marido, lo leí en sus ojos.
Todas las pruebas apuntaban a la viuda, pero no eran suficientes para condenarla. Necesitábamos el arma homicida. Rastreamos el lugar día y noche, hasta que finalmente la encontramos. Por suerte fui yo quien lo hizo.
Al día siguiente ella salió libre. Atendió cortésmente a la prensa, dijo estar muy agradecida por el trato recibido por el cuerpo de policía, y deseó que algún día se encontrase al asesino de su marido. Lo supe en cuanto la vi.
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