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Cómplices de oscuros deseos (1)

Cómplices de oscuros deseos (1)

Por Yamilet García Zamora

Una vez más, me encuentro ante el difícil asunto de definir eso que llaman “género policíaco” –hasta subgénero, para muchos- y que la crítica utiliza, a veces de manera indistinta, como sinónimo de novela negra. Y una vez más puntualizo que estamos ante la presencia del gran tema policíaco –porque género, desde mi punto de vista, es aquél que responde a los cánones de la división primera de Aristóteles (384 adC –322 adC) y sus subsecuentes ramificaciones (1). Este gran tema policíaco, también él con sus múltiples expresiones que se imbrican –policíaco social, policíaco histórico, policíaco ciencia ficción, literatura negra-policíaca, etc. etc.- es el que inicia Los crímenes de la calle Morgue (2). Básicamente, los cánones clásicos de la literatura policíaca sitúan un delito –asesinato, robo, extorsión- y la búsqueda del culpable, ya sea por un detective extraordinario o por un cuerpo de policías.


Histórica y sistemáticamente existe, sin lugar a dudas, una cercanía del término novela policíaca al subgénero novela detectivesca o de enigma y una cercanía del término novela negra al subgénero thriller. El primero conlleva la connotación de asesinato limpio, de investigación lógico-racional y de un comportamiento bien educado de los personajes; el segundo, la de violencia innecesaria, de un ambiente sórdido y de ciudades caóticas. Esas cercanías, sin embargo, no son exclusivas... La situación en las otras lenguas occidentales es, en general, un poco más fácil, aunque tampoco en ellas la terminología logre evitar siempre las confusiones. El inglés trabaja principalmente con detective novel o bien detective and mystery novel, aunque también utiliza simplemente thriller o bien hardboiled-novel; en ambos casos se toma un subgénero para referirse al género en su totalidad. El italiano y el francés tienen en común un cierto pragmatismo en la elección del término. Por cuestiones históricas, la lengua italiana dice giallo, por el color de la portada de la primera gran serie de publicaciones de este tipo de novelas en la editorial Mondadori, a partir de 1929. En Francia, el roman noir, derivado de la "Série Noire" de la editorial Gallimard, iniciado en 1945 por Marcel Duhamel(5), se estableció parcialmente como nombre genérico, aunque más a menudo para indicar obras que en inglés serían denominadas hard-boiled(6). Ambos idiomas trabajan también -el francés preferencialmente- con roman policier o romanzo poliziesco. Los investigadores que escriben en portugués normalmente se refieren al género como romance policial, pero también existe romance negro. El alemán, finalmente, consiguió algo como una unificación terminológica con su Kriminalroman o, abreviado, Krimi; las demás denominaciones como Detektivroman, Riitselroman, Thriller, Spionageroman, etc., se entienden como subdivisiones del género. (3)


En este gran mestizaje de temas y géneros por el que deambulan los asesinos y los policías resalta, casi siempre, el culto casi sacrílego por la curiosidad y la morbosidad humana. Siempre existirá el crimen, asociado o no a un problema social, una guerra, un amor imposible o un hecho histórico –ya sea en la Tierra o en otro planeta. La búsqueda, encuentro y castigo del trasgresor no es siempre infalible porque los humanos, además de violadores de leyes, somos falibles. Y la literatura policíaca se dedicó durante un buen tiempo a demostrar el triunfo de la verdad. Pero la realidad de las calles rompía estos esquemas: en la vida cotidiana, no aparecía Holmes, los asesinos escapaban y la mente de los mismos empezaba a florecer de la pluma de los autores. Porque para muchos lo más importante no es ya la pesquisa policial propiamente dicha sino saber quién es el asesino. Cuáles son sus pensamientos. Cómo es un asesino.

A PLENO SOL (EL TALENTO DE RIPLEY)

La escritora estadounidense Patricia Highsmith (1921 - 1995) es conocida mundialmente por sus obras –entre las que se destaca su novela Extraños en un tren (1950), de la que se realizó la película del mismo nombre, en 1951, dirigida por Alfred Hitchcock, con guión adaptadado por Raymond Chandler. Muchos de los críticos de su obra coinciden en que siempre estuvo preocupada por cuestiones relacionadas con la culpa, la mentira y el crimen, que más adelante serían los temas centrales en su obra. Highsmith escribió en total 22 novelas e innumerables cuentos pero su personaje más famoso fue Tom Ripley, un sicópata y sociópata sencillamente encantador. Y si en el transcurso de toda la novela el lector siente simpatía por un asesino es por la manera en que la autora logra crear al personaje. Porque, ¿quién no se sentirá identificado con un hombre tan joven, de vida tan insulsa, a quien le empezaron a gustar las cosas buenas? ¿Por qué no puede vivir bien y tener todo lo que el mundo le ha otorgado a otros? Y poco a poco, de manera sutil, empezamos a identificarnos con un loco, mentiroso profesional y asesino brutal; un hombre lleno de prejuicios, manías de grandeza y ciertas reminiscencias homosexuales que la novela sólo indica.
 

La novela es narrada desde la perspectiva de Tom. Jamás sabemos qué piensa el resto de la gente porque las ideas del asesino y sus puntos de vista es lo que la obra presenta. De esta manera, Patricia rompe con los esquemas de la llamada literatura policial clásica. Aquí no existe la visión desde la justicia en la búsqueda del asesino sino la del asesino que planea todo y se burla de la justicia. Asistimos, como lectores, a una especie de locura devoradora de páginas, que nos impulsa a saber qué más se le puede ocurrir, cómo se va a librar de las situaciones embarazosas. Somos, pues, cómplices pasivos de un cerebro brillante para urdir escapatorias. Esto, que parece inadmisible con ciertos clichés de la moral, la verdad, la justicia y el castigo merecido a los que violan las leyes, se convierte en el leif motiv de la novela. Tom es el antihéroe y A pleno sol, la antinovela policíaca.
 
Continuará
 
Notas:
 
(1) Aristóteles, filósofo griego de la antigüedad, se refiere en su obra La poética a la Lírica, Épica y Dramática, los tres grandes troncos de donde se desprenden, de manera consecuente: la poesía, elegía, sátira; cuento, novela y noveleta; tragedia, drama y comedia. Estas definiciones de género, en la posmodernidad, han derivado en otras ramificaciones o en la ruptura en la delgada línea divisoria entre los mismos y la creación de géneros híbridos: novelas que incluyen poemas o ensayos, la prosa poética, etc, etc. Por esta razón, no hablaría del género policíaco o de los subgéneros sino de temas policíacos que se insertan en el género cuento, poesía, novela. Hablar del género policíaco significaría referirse al género ciencia ficción, erótico, histórico, social –todos ellos, temas generales de una obra en específico.
(2) Escrito por Edgar Allan Poe (1809 – 1849), escritor estadounidense. Fue publicado, por primera vez, en 1841.
(3) Hubert Pöppel “La novela Policíaca en Colombia” en: http://gangsterera.free.fr/histNPColombiana.htm. Página consultada el 5 de noviembre de 2007.

 

 

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