Música para los muertos
Indefinible. Novela de género clásico... ¿Parodia u homenaje? ¿Quién es Luis Gutiérrez Maluenda? ¿Puede un tipo de Barcelona empezar su novela como sigue (y no estar loco)?: “Duke Ellington me miró con expresión triste y preguntó: -¿Usted cree que puede manejar este asunto?”.
Estamos en Nueva York. Por supuesto. En Harlem. Son los oscuros años treinta post crack bursátil que siguieron a aquellos locos años veinte de lujo y desenfreno. El jazz hace furor y los garitos de música negra se llenan, todas las noches, de gente éticamente muy dudosa. Los Dizzie Gillespie, Charlie Parker & Co. están revolucionando el mundo de la música más libertaria del mundo y al famoso arreglista de Duke le están haciendo chantaje por aquello de su secreta, aunque poco discreta homosexualidad.
Mike Vinowsky -que pese a su nombre, es más aficionado al bourbon que al Rioja- es un detective prototípico: medio pelo, tendencias perdedoras, una lengua afilada como el cuchillo de un cocinero japonés, una sed etílica de proporciones bíblicas y una capacidad casi cristiana de dar y recibir. Hostias, se entiende.
Obviamente, Vinowsky tendrá que ayudar a Duke y a su arreglista con el chantaje. Y, más obviamente aún, las cosas se embrollarán bien pronto. Comenzarán a aparecer los cuerpos fríos de los cadáveres de turno y los cuerpos calientes de las niñas bien a las que la música negra y el aliento a bourbon les pone cantidad.
Y ya tenemos un noir clásico, al estilo de los pulps americanos, pero escrito por un tipo de apellidos tan escasamente anglosajones como Gutiérrez Maluenda. Y de nombre, Luis. Sin la “o” intercalada que lo acercaría a Armstrong o a Joe.
Cuando leemos que Gutiérrez Maluenda es autor de una novela titulada Putas, diamantes y cante jondo, podemos inferir que es un tipo enamorado de esa Worls Music que ya existía mucho antes de que Peter Gabriel viniese a ponerle etiqueta. Músicas calientes, músicas ardientes interpretadas por tipos que no dudan en dejarse los pulmones, soplando a través de la boquilla de un saxofón o destrozándose los dedos, desgarrando las cuerdas de la guitarra.
Música para los muertos es una estupenda novela. Corta. Lo que la hace doblemente estupenda. Una novela sin pretensiones y cuya lectura, precisamente por eso, resulta deliciosa, entrañable, ágil y divertida. Una novela escrita desde el amor por la música y el respeto a los clásicos, pero con la osadía de los valientes, la irreverencia de los heterodoxos y la libertad de los que nada tienen que callar ni que perder.
Estamos ante una novela extraordinaria que debe leerse de noche, con un buen disco de be bop sonando en la sala y bien acompañada de un vaso rebosante de buen bourbon. Una de esas novelas táctiles y robustas, de las que se pegan a las manos y de las que te reconcilian con una forma absolutamente independiente de entender la literatura. Un enorme acierto de la siempre activa y preclara editorial Tropismos.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
http://blogs.ideal.es/pateandoelmundo
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