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Un guajiro de Manicaragua en Ríos de Primavera.

Un guajiro de Manicaragua en Ríos de Primavera.

El pasado 17 de febrero ocurrió la presentación de libros de Ediciones Capiro en la Feria Internacional del Libro de La Habana. Yo, aunque todavía andaba por los predios de la capital de todos los orientales, no pude estar y lo lamento. Era una buena tarde para empinar el codo a la salud de los amigos y los libros made in Villa Clara.

Pero aún no había regresado a casa cuando recibí una llamada de Fefi, ilustre “azucarera” residente en La Habana, para contarme de lo bien que había salido la presentación de Capiro, y especialmente con qué gracia se destacó Mario Brito.

Y es que, sin dudas, Mario Brito es un tipo gracioso. De palabra fácil y mente ágil. De lenguaje claro, coloquial y pegajoso. De frases e imágenes originales. Y así es también su narrativa. Tres libros de cuentos y una novela breve lo atestiguan.

Precisamente el último de sus libros de relatos fue el presentado esa tarde en la Feria Internacional de La Habana como parte de la exigua muestra villaclareña. Ríos de Primavera es el título de la obra que recoge cinco relatos. Son cinco historias que acontecen durante los años duros del llamado Período Especial en la supuesta geografía de un pueblito intramontano del interior de la isla.

“A Ríos de Primavera le faltan veinticuatro mil habitantes para ser una ciudad. Pero le sobran historias”. Así sentencia, a manera de exergo, Mario en el pórtico del libro. Y pueden sobrarle historias al folclórico pueblito, pero con estas cinco bastan.

En Ríos de Primavera, un niño sufre junto a su madre los golpes de la cotidianeidad de aquellos días oscuros, en medio de un apagón, mientras intenta responder su tarea y la madre –soltera y trabajadora- pretende prepararse para asistir a una absurda función teatral. Esta es la historia que cuenta “La tarea”, primer cuento del libro. Relato tragicómico –el fantasma de la tragicomedia recorre el libro y hace sonar sus oscuros cascabeles en cada relato con mayor o menor intensidad- que acaba por arrancar al lector, si no una lágrima burlona, al menos una sonrisa triste.

Brito es un profundo conocedor de la psicología femenina. De eso ha hecho gala en relatos y libros anteriores –recordar el volumen Fuegos fatuos, publicado también por Ediciones Capiro-; por eso no es casual que esta misma mujer agobiada por el día a día, sea la heroína de otro de los relatos de Ríos de Primavera: “La tierra del cebú”, un cuento en el que el autor, inteligentemente, consigue imbricar una posible historia de amor con el clásico relato épico revolucionario. Extraña mezcla en la que Mario Brito se apropia de lo mejor de ambos registros y de las marcas dejadas por estos en la narrativa cubana, para lograr un relato moderno y de innegable autenticidad.

También son personajes femeninos los que protagonizan “Uñicarne”, cuento largo, anunciación de un futuro –quizás tardío- novelista de fondo, que recrea los vericuetos folclóricos del ya mítico pueblito: chismes, leyendas, malas y buenas intenciones de los personajes se mezclan en una historia negra suburbana, pieza rara en el contexto narrativo cubano actual. Pero por encima de toda esta amalgama de acontecimientos, resplandecen las historias de La Pike y Yiskiyeski. Otra arista de la epopeya femenina de los años noventa narrada mediante los eficaces diálogos de los dos personajes femeninos.  Definitivamente una historia común –para nada corriente- que termina por unir a los dos personajes en una sola figura.

No menos atractivos son los otros dos relatos: “Había una ventana” en la que la perspectiva de un niño nos enriquece el cronotopo del libro de relatos y “Los perros huelen el miedo” controvertido relato neopolicial que explora la posición de un hombre desprejuiciado e inocente ante la labor de la contrainteligencia.

Es este un libro gracioso, carismático y sincero, como Mario Brito. Un libro transido por el buen humor y el lenguaje diáfano y oportuno, como su autor. Un libro cuya gracia va más allá de las simpatías que se pueda granjear, pues Mario Brito, como su libro, es un narrador que lleva también esa otra categoría de la gracia; aquel don particular que solo portan los narradores de raza y que lo hace, a pesar de los fatales designios de la geografía y la promoción, uno de los narradores más auténticos de este país.

Con su gracia, Mario logró cautivar a los asistentes a la Sala Alejo Carpentier de la Cabaña el pasado día 17 de febrero. Pocas veces un guajiro prácticamente desconocido para el público habanero a pesar de tener publicados cuatro libros de altísima valía, logra echarse al público en el bolsillo y termina firmando libros en las calles del recinto ferial. Eso es algo así como parar las gradas del Latinoamericano después de una jugada espectacular, igual que meterla de jonrón en la tercera sección de gradas del coloso del Cerro con las bases llenas de “azucareros”.

Por eso invito a los lectores de Santa Clara, y un poquito más allá, para que ahora, diez días después, también en una tarde espléndida para empinar el codo a la salud de los amigos y los libros made in Villa Clara, aprovechen y se lleven a casa este bambinazo del cuarto bate Mario Brito Fuentes, este guajiro lleno de gracia.

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Por Lorenzo Lunar

1 comentario

Yamilet -

Socioooooooo, ya sé que es difícl que me leas pero, dime, ¿ sigue en venta en La Habana?

Un besote