Elisa por Cesar Fernández Bustos
Había decidido dejar el turno de oficio. De modo que, oficialmente, hoy sería el último día que por unos miserables euros prestaría mis servicios para el Estado. Una llamada oculta martilleaba mi teléfono móvil. Una de dos, un imbécil ofreciéndome algún producto para alargarme el pene o una llamada de la policía. Esta es una llamada del servicio de asistencia jurídica al detenido. Debía desplazarme a la comisaría centro para asistir a Javier López Andrade, delito homicidio. Tras su negativa a declarar solicitó entrevistarse personalmente conmigo. Voy a ser asesinado. Solo es una cuestión de principios, nada personal. Me tendió la mano y me entregó una pequeña llave unida a un llavero: mercadona, zona norte, 18. No dormí bien. Me dirigí temprano al juzgado de guardia. El Sr. López Andrade había sido asesinado por envenenamiento. Fui detenido inmediatamente. Tras el cacheo, se me intervino un teléfono móvil, mi cartera, seis euros y una pequeña llave unida a un llavero: mercadona, zona norte, 18. Efectivamente la pequeña llave correspondía a la caja guarda objetos, a la caja número 18. En su interior, cuatro fotografías. Elisa me besaba. El veneno coincidía. Elisa había sido asesinada. Y una nota: te amaré eternamente, Elisa.
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María -
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