Negocio Familiar por Inés Pradilla
Esta noche pienso en padre. Cada robo era una ceremonia que nos unía. A él, a Sal y a mí. Padre lo encontró en la la calle y le puso Sal porque era muy soso. Yo lo llamaba primo
-Nuestra empresa familiar -decía padre.
Mi primer robo fue a los 7 años. De su mano. Choqué con aquel hombre.
-Siempre vas distraído -me regañó padre.
Fue poco dinero. No importó. Sal era dos años mayor y traía un buen botín.
Han pasado diez años. Hace tres meses encontramos a padre descalzo, con un tajo en la garganta y la boca llena de billetes. Sal tropezó con sus botas y lloró. Mientras, yo intentaba cerrar la herida.
La poli dijo que fue un ajuste de cuentas.
Primo estudia para poli. Yo sigo con el negocio y guardo su parte, por si vuelve.
Esta noche pienso en padre. Y en Sal tropezando con sus botas.
Se abre la puerta. Es Sal. Le doy su parte.
Su pistola apunta a mi cabeza. Con la otra mano enrolla los billetes.
Mira con ojos de policía. Padre sólo se quitaba las botas en familia.
-Tengo una empresa más grande -me dice.
Luego aprieta el gatillo.
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