El blues del detective inmortal
Escribir la reseña de este libro requiere que la banda sonora adecuada suene desde las tripas de mi maltrecho portátil, para lo que es necesario irse a la última página de la novela y, separando la solapa de la contraportada, echar mano al disco de Dani Nel·lo que el libro lleva anexado.
Porque resulta que en esta imaginativa, fresca y divertida serie de “Asesinatos en Clave de Jazz”, al libro, le acompaña un disco. Un experimento que ha puesto en marcha la editorial Edebé, a la que hay que felicitar por esta iniciativa tan rítmica, transversal y estimulante: leer un libro que tiene banda sonora propia y cuyas canciones están directamente relacionadas con el texto.
Sólo por eso, El blues del detective inmortal ya se merecería nuestra atención y parabienes, pero es que, además, la novela de Andreu Martín es una gozada. Desde el arranque, con ese duelo callejero entre músicos (¿homenaje al duelo de banjos de Deliverance?), hasta el final, en que todas las piezas del puzle terminan por cuadrar, la novela se lee con el cariño de las historias sencillas, bien contadas y mejor resueltas.
En este caso, más allá de la trama y de la acción, los puntos fuertes del libro serían la recreación de ambientes y la consistencia de unos personajes que, de tan normales y sin el magisterio de Andreu, podrían habernos parecido insustanciales y sin carisma alguno para protagonizar una novela.
Hablamos de un grupo de chavales que quieren abrirse paso en el mundo de la música y de la enigmática mujer que les invita a tocar en su local, ensayando con ellos y haciéndoles crecer, musical y personalmente. Y están, por supuesto, las calles de Barcelona. Unas calles ciertas y reconocibles, contemporáneas, cosmopolitas. Calles abiertas a los vientos de una imparable globalización, pero que también mantienen vivo el sabor tradicional de la Barcelona de siempre.
Lo que más me gusta de las novelas de Andreu es la capacidad de empatía que desarrolla con sus personajes. Sea un asesino que sale de la cárcel, tras haber cumplido su condena (Bellísimas personas), sea el desquiciado despacho de Esqius & co. (La clave de las llaves y La monja que perdió la cabeza) o, como en este caso, unos amigos que apenas han comenzado a caminar solos por la vida.
Y, por supuesto, el club de jazz. Pocos espacios más adecuados para contar una historia negra y criminal que un club de jazz. Desde el célebre Cotton Club a los garitos de mala muerte de Harlem que Luis Gutiérrez Maluenda ha descrito en Música para los muertos, el escenario perfecto para una novela policíaca es un club de jazz en que el be bop suena alto mientras corre el whisky de contrabando y unos gánsteres amartillan sus pistolas.
Aunque los tiempos hayan cambiado, como podremos comprobar a la hora de leer El blues del detective inmortal –o cualquier periódico, que estos días nos cuentan la trama de corrupción en el Ayuntamiento de Madrid, con mordidas para la concesión de permisos y otras lindezas por el estilo– sigue habiendo mafias e historias violentas, vinculadas al urbanismo y la hostelería.
Una deliciosa novela para leer que, curiosamente, también se escucha. Y que nos predispone muy favorablemente para, en lo más crudo del crudo invierno, volver al espíritu de ese veraniego certamen gijonés que tanto nos gusta, de manos de Andreu y la segunda entrega de estos “Asesinatos en Clave de Jazz”: El blues de la semana más negra.
Jesús Lens Espinosa de los Monteros.
http://blogs.ideal.es/pateandoelmundo
4 comentarios
Yamilet -
Patón -
Anímese, lector Anónimo, anímese!!!
Fdo.- El autor (de la reseña)
Anónimo -
Cruce de Cables -
Eso si Andreu, ha dicho muchas veces que no le dejó mucho margen, si no posiblemente se hubiera comido el libro.
Musicazo de categoria y amigo.
US
JA