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Síndrome Casandra por Grenade

—Claro, yo vengo a ser el malo de la película. Pero soy como Casandra, la troyana esa que hinchaba con el caballo, que no dejen entrar al caballo ese de mierda, que está lleno de griegos… No le dieron pelota y ahí tienen, ardió Troya. Como ahora, que se va todo al carajo. Yo les avisé. Mandamos mensajeros. Nunca les dieron cinco de pelota. A la mayoría los liquidaron sin contemplaciones, sin pensar. Y se lo dijimos. ¡Tantas veces…! Pero nada. Y acá me tienen. Acá estoy yo para terminar con todo este despelote. A mí no me hace ninguna gracia, qué quieren que les diga. Quedo como el turro. El hijo de puta. Los otros se lavan bien las manos, total, hay un salame a cargo: el que aprieta el botón; el que tira la bomba. Yo no tengo nada contra ustedes, créanme. Esto es un trabajo. Un trabajo de mierda, pero qué se le va a hacer: cada uno tiene su destino…

— ¡Abbadon, carajo! ¿Cuándo mierda vas a hacer lo que Te mandé?

— ¡Ya voy, Viejo! ¿Ven? A mí me cagan a pedos y los que se mandaron las cagadas son ustedes. Bueno, ahí va. (Fin del Universo)

 

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