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ENTREVISTA A FRANCISCO JOSE JURADO Por Jesus Lens

ENTREVISTA A FRANCISCO JOSE JURADO Por Jesus Lens

En uno de esos decálogos para escribir historias policíacas se dice que el autor debe escribir de las ciudades que conoce. ¿Qué es Córdoba para ti?

 

            Estoy completamente de acuerdo con esa premisa. Yo no podría escribir una novela negra que transcurriera en Miami, en San Petersburgo o... ¡yo qué sé!, en Dublín, porque no conozco el entramado social, cultural ni humano de esas ciudades. No sería creíble, y eso es pecado mortal en este género. Mi novela transcurre en Córdoba porque es la ciudad que conozco y respiro. Además, los delitos reflejados en la novela también tienen mucho que ver con el entramado social de esta ciudad, digamos…, tan peculiar y extraña, en la que se mezclan el poder político, el financiero y el eclesiástico. En ese sentido, Jesús, te diría que, literariamente hablando, para mí Córdoba es un personaje más de la novela. Es más, esas peculiaridades de la ciudad forman parte del cuerpo y de la estructura de la obra. Eso desde un punto de vista literario. Desde un punto de vista histórico o político, te diré que Córdoba es una ciudad desaprovechada, maltratada hasta el escarnio por sus supuestas élites desde hace, por lo menos, dos siglos.

 

Leyendo las historias de Benegas y sus concepciones urbanísticas, me acordaba de los libros de Ken Bruen, cuando hablaba de esa Irlanda para el turismo que han fabricado los próceres de la modernidad. ¿A dónde van las ciudades turísticas españolas del siglo XXI?

 

            Al precipicio, a convertirse en una especie de parque temático, un triste decorado de cartón piedra para que los turistas vengan a dejarse unas monedas alrededor de nuestros monumentos más significativos. Nos han reducido al sector servicios, sección de bares, cafeterías y tablaos flamencos. Como afirma Maqueijan, uno de los personajes de Benegas: "Dentro de poco, todos putas o camareros. O viceversa". En fin, tú eres de Granada y sabrás de qué va la historia… Lo más terrible de esto es que, aunque quizás muchos desconozcan este dato, ciudades como Córdoba o Sevilla contaban hasta los años 60 con una industria muy potente, sobre todo en la construcción de bienes de equipo y complementos. De repente, con las reconversiones de los 80, los poderes públicos decidieron desmantelarla, pero sin ofrecer una alternativa a cambio. ¡Hala…, bares y hoteles, mezquitas y alhambras! Y me pregunto: ¿Qué pasa; por qué en otras zonas o ciudades turísticas de Europa ambas actividades se complementan y aquí no? ¿Acaso no hay industrias y empresas fortísimas en la Toscana, en el valle del Loira o en Austria? Me apena que políticos de escasas miras y muy corto alcance nos hayan dado solamente una carta para jugar esta partida porque, al final, mira lo que está ocurriendo…, llega la crisis, se carga el modelo y ¿quién sale antes del hoyo?: pues aquellos con fortaleza industrial, agroalimentaria y económica. Los dueños de las patentes y del diseño. Y no los palmeros, obviamente.

 

Benegas es, sobre todo, un tipo normal. Sin adicciones ni grandes traumas existenciales. ¿Por qué lo hiciste así?

 

            Si hablamos de novela negra, un protagonista "completamente normal" es quizás, lo más anormal del mundo, si me permites el retruécano. Quizás he pretendido que el lector se identifique con Benegas desde esa óptica: la de una persona que es como cualquiera de nosotros, con sus días buenos y no tan buenos, sólo que es inspector de Homicidios y su trabajo consiste en resolver tres asesinatos. Un tipo que quiere a su esposa, disfruta charlando con los amigos y juguetea con su perro, que es un samoyedo cabezota que come como un tiburón. Además, hay que tener en cuenta una cosa: y es que en la parte final de la novela, los personajes literarios saltan a la realidad y el lector y el autor pasan a ser personajes, confundiéndose ficción y vida real. Entonces, si pretendo que el lector se implique hasta ese punto en la novela, debo intentar que haya una cierta semejanza entre esa ficción y nuestra triste y cotidiana realidad.   

 

            Dicho lo cual, también te digo que, obviamente, aunque en esta primera novela sólo se apunte de refilón en algunos pasajes, Benegas también tiene un pasado y - al menos eso espero -, un largo futuro en el que se irán perfilando más aspectos de su personalidad y de la aquellos que trabajan con él.

 

Los secundarios, compañeros de Benegas, también transmiten una muy especial sensación de realismo, conformando uno de esos grupos a los que, cuando van de cañas, te gustaría unirte. Pero, ¿nunca temiste que los lectores los consideraran aburridos, de tan normales?

 

            He de confesarte que el tratamiento de los personajes secundarios era una de los aspectos técnicos que más me preocupaba porque, si bien son actores que deben gravitar – necesariamente - alrededor del protagonista sin hacerle sombra, al fin y al cabo son quienes dan credibilidad al conjunto de la narración, aportándole ritmo y viveza; chispa y sustancia. O dándole las necesarias pausas y puntos de fuga a la trama. Es un equilibrio muy complejo. Por eso, desde el primer momento intenté que cada uno de los muchos secundarios que aparecen en la novela tuviese sus propios rasgos característicos que lo definieran y que cada personaje resultara, a su manera, real y cercano. Y lo cierto es que, aunque no puedas esbozarlos ni centrarte tanto en ellos como en el personaje central del inspector Benegas, lo cual es lógico, estoy muy satisfecho del resultado final.

 

¡Y, además, les gusta el fútbol…!

 

            Ya te digo… ¿Qué hay más real y cercano que charlar sobre el partido de ayer, las noticias del Telediario o los cotilleos amorosos o profesionales de quienes nos rodean? Facebook y Twitter lo han globalizado, pero esta historia viene de lejos y todos participamos en ella. Además… ¡es que yo soy muy futbolero! Por gustarme, me gusta hasta el fútbol americano.

 

Pero también son ácidos y sarcásticos. Sus diálogos, afilados. ¿Alguna influencia a la hora de componer estos personajes?

 

            Imagino que son la mezcla destilada de lo que he leído, lo que he vivido y lo que me han contado. Unamos esa mala leche propia que cada uno llevamos dentro y  sale un veneno muy perverso que, literariamente, siempre es aprovechable. Lirismos al margen, ya en las propias dedicatorias de cada caso, Benegas deja claro quiénes son sus ídolos y sus semidioses. Por mi parte, quiero creer que en esta novela hay retazos de Vázquez Montalbán, de Camilleri, de Markaris, o de Ian Rankin, Fred Vargas, de Henning Mankell...

    

            Pero quiero hacer un inciso. Me preguntas por los diálogos, y aquí hemos llegado al otro eje fundamental de la novela. Personajes y diálogos. Verás, para mí, los diálogos no son un mero vehículo para que el escritor pueda mostrar su lucimiento particular (¡hombreee…, si son brillantes e irónicos, pues mejor que mejor!), sino que, sobre todo en el segundo y en el tercer caso – el del asesinato del "negro" literario -, los diálogos conforman la propia estructura de la trama y la hacen avanzar. Por eso he sido tan meticuloso en cada frase. Por eso y porque, al fin y al cabo, a veces basta una sola frase para describir a un personaje. Así que hay que ser muy exigente en este aspecto.

 

En la primera de las historias de "Benegas", el protagonismo recae en algunos de los crímenes del franquismo de los que menos se saben. ¿Realidad o invención?

 

            Las dos cosas. Es un caso inventado, una completa ficción, pero con una base histórica absolutamente real y casi desconocida, cual es el robo de niños durante la posguerra a represaliados para entregarlos a familias afectas al Régimen.

 

El negocio de la joyería, en Córdoba, es uno de sus puntales. ¿Da juego literariamente hablando?

 

            No es que dé juego, Jesús. Es que es el puto croupier que reparte las cartas. Imagínate: montones de dinero circulando sin control, tipos muy turbios manejando el cotarro y negocios en los que no se firma ningún contrato. En fin, todos sabemos que en los negocios sin contratos, no puede haber deudas pendientes. Así que hay que saldarlas por otras vía, claro. Pura novela negra. 

 

En tus tramas tocas temas muy distintos, desde la pornografía e Internet al franquismo. ¿De dónde sacas las ideas para las trama y cómo te documentas?

 

            De la vida cotidiana, en general, y de ciertos pasajes de la mía en particular. Como todos, imagino. Pero permite que me explique: el primer caso de Benegas – el de niños robados – se me ocurrió tras leer una noticia en el periódico al respecto. Me picó la curiosidad e investigué en algunos archivos y registros oficiales y privados (y eclesiales). A partir de ahí, armé la estructura y la trama del caso, que trufé con el contrabando de oro y los pelotazos urbanísticos.

 

            El segundo caso – sexo en Internet, prostitución de lujo, chantaje y extorsión con la Universidad como telón de fondo – quizás parta de una nefasta experiencia personal que tuve dentro del mundillo académico (impartí clases de Filosofía del Derecho), una diferencia de criterios que terminó con el catedrático en el hospital y conmigo delante del juez; en fin…, dejémoslo ahí, eso son ya historias perdidas en el tiempo, que diría Benegas. Pero lo cierto es que, aunque el caso literario no tenga nada que ver con el real (¡yo no me cargué al tío!), sí reconozco que aquellos años me sirvieron para construir algunos personajes del ámbito universitario y para reflejar la ambientación general de ese mundo tan cerrado.

 

            Y del tercer caso, qué te voy a decir, Jesús. Esto es NOVELPOL, todos somos lectores o escritores en negro: la cofradía del colmillo retorcido, como a mí me gusta llamarla, así que a nadie sorprenderá el asesinato de un pobre diablo – un escritor sin éxito pero con talento, que curiosamente se llama Frankie Jurado, ¡pero no, NO es autobiográfico, ¿no veis que yo sigo vivo y coleando?! - para que no abra la boca, pues si habla y destapa la verdad, el falso prestigio del mal escritor que firma lo que él escribe se vendría abajo. ¿Qué si está basado en la vida real?, os preguntaréis. ¿No hemos quedado en que somos la cofradía del colmillo retorcido…?

 

Hablemos del sector financiero y de Cajasur, protagonista indirecta de una de las historias de Benegas…

 

            Algo hemos comentado antes: Es la máxima expresión de la peculiaridad de esta ciudad, pues ahí se reúnen y entremezclan el poder financiero, el empresarial del pelotazo urbanístico, el político y el eclesial, al ser una Caja fundada por la Iglesia. Eso no podía acabar bien, obviamente; y ha acabado como todos sabemos, en quiebra. De hecho, ha tenido que ser salvada por "Unicaja-Málaga", en una operación auspiciada por la Junta de Andalucía y avalada por altas instancias del Vaticano. ¡Cuantas aristas, ¿no?! ¡Uy, uy, uy, que a poco que nos pongamos…, más que una novela de Benegas nos sale una saga entera! 

 

También le metes caña a otras instituciones, como la Universidad. Cada vez más, los malos del siglo XXI son más colectivos que individuales. ¿Invitan las instituciones a la corrupción y la delincuencia?

 

            Quiero creer que las Instituciones o Corporaciones, como tales, no. Es decir, que no son intrínsecamente malas. Por ejemplo, la Cruz Roja es una institución, y se supone que es algo bueno y humanitario. Y Médicos sin Fronteras. Lo que sucede es que las Instituciones están compuestas por seres humanos individuales, y ahí es donde empiezan los problemas. La verdad, Jesús, es que una Institución o Corporación gigantesca, incita a la corrupción y al delito en tanto en cuanto no haya transparencia en su gestión y fallen los mecanismos de control. Con lo cual, y visto lo visto, quizás tengamos que responder afirmativamente a tu pregunta. 

 

Y, en tu último relato, los "negros" literarios y la corrupción de los certámenes te permiten escribir un Tour de Force metaliterario en el que Benegas es protagonista y, a la vez, personaje. Al igual que le ocurre al propio autor. No sé cómo se te ocurrió la idea, pero es genial. Enhorabuena.

 

            Gracias. Lo cierto es que tanto la Crítica especializada como los lectores en general me habéis comentado que el tercer caso y la traca final de la novela os han gustado especialmente. Ese último capítulo (titulado "Quién mató a Frankie Jurado") es un juego de espejos en el que continuamente se confunden ficción y realidad, pues la historia la va escribiendo "alguien" conforme los hechos van ocurriendo. Y así, Benegas pasa a la vida real y el lector y el escritor nos convertimos en personajes literarios. Técnicamente, es un artefacto muy complejo, pero he tratado que, al igual que toda la novela, el argumento y la trama funcionen como el engranaje de un reloj; o sea, que cada página tenga una absoluta lógica con la anterior y con la siguiente, y que los hechos sean creíbles y coherentes hasta el más mínimo detalle, en especial por respeto al lector, ¡qué ya estamos hartos de trucos fáciles y finales fallidos!

 

            Y la idea de estructurar así este caso se me ocurrió a través de una reflexión, quizás de una amargura, no sé si mía o del pobre Frankie Jurado: ¿qué hay que hacer para que alguien escuche tu voz cuando los demás intentan por todos los medios callarte la boca? Y lo digo respecto a todos los órdenes de la vida, ¡ojo!, no sólo el literario. Pues lo que hace Frankie: confundir la ficción y la realidad de tal forma que no sepa qué es la verdad y qué es la mentira.  

           

¿Cómo ves el panorama del género negro en Andalucía? ¿Podemos hablar de una Sur Connection Literaria?

   

            En Andalucía y en España el panorama es emergente, de eso no hay duda. Pero más que una Sur Connection andaluza, o incluso española, a mí me gustaría hablar de una novela negra mediterránea que iría desde Vázquez Montalbán, los franceses Jean-Claude Izzo, Grangé, hasta Mássimo Carlotto o los ya citados Camilleri y Petros Markaris en Grecia; sin olvidar a un buen puñado de escritores emergentes del norte de África. Sería una de las variantes de la novela negra europea, en contraste con la anglosajona, la nórdica o la rusa.

 

2 comentarios

mayca -

Buenísima entrevista y buenísima también la novela. Por cierto, ¿dónde se reune la cofradia del colmillo retorcido?

Ricardo -

Frankie, eres el más grande. Bueno, solo te supera Benegas.